El fútbol para los futbolistas.
¿Una frase un tanto sectaria no?
¿Una frase un tanto sectaria no?
Déjenme
elaborar queridos lectores. Cuando el acongojado fútbol mexicano (a
nivel deportivo eh, nunca económico, antes de que algún descerebrado me
salga con esa cantaleta), se ve infiltrado por todo lo que conlleva el
hecho de inyecciones de capital estatal, se convulsiona de tal manera
que para volver a encarrilarlo se necesita una delicada conjunción de
factores, cuya existencia irónicamente previene el hecho mismo de que el
gobierno, en cualquiera de sus acepciones, se encuentre involucrado
dentro del sistema de algún club de fútbol.
Los
casos son muchos, Veracruz, Pachuca, San Luis, Aguascalientes, Cancún, y
el más reciente la ciudad más divertida del mundo según Krusty el
payaso, Tijuana.
Quizás
usted pensara que de qué rayos le estoy hablando, si dos de los equipos
que tienen como plaza una de las ciudades antes mencionadas han
obtenido éxitos en la última década (que, permisivo como es el
aficionado mexicano, y como queriendo emular los períodos de los
directores del FBI, es el mínimo tiempo que se requiere para que una
afición comience a agitarse por la falta de resultados).
Pues
le hablo de que me parece aberrante que con todas las privaciones que
podemos encontrar en nuestro México al sintonizar cualquier noticiero,
el gobierno considere pertinente destinar tajadas por demás
substanciosas del erario público a impulsar sociedades anónimas y
asociaciones civiles por igual. En lugar de hacerlo desde la
implementación de programas destinados al fomento y profesionalización
del deporte como un todo.
Esto
no pasa por ser campeón o dejar de serlo, que ya hemos visto que eso en
México dice tan poco por sí mismo del trabajo que hay detrás, sino de
sanear una estructura que por sí sola tiene injerencia en el estado de
ánimo y las finanzas de una gigantesca porción de la población a nivel
nacional. De que absolutamente
todos
los que integran las organizaciones de los 18 clubes de primera
división se percaten de que todas sus decisiones deben ser tomadas con
base en la idea de que el equipo gane el domingo (o el sábado). Pero
operando como un club de fútbol en su sentido más puro, honorable y
autonómico. Y esto implica dejar fuera intervencionismos siniestros,
contabilidades creativas, y gobernadores magnánimos y próvidos sentados
en el palco de la directiva cada fin de semana.
Ramón Aguirre Arriaga
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